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29.01.2010
La dura carga de los metales pesados por José Antonio Vera

Detrás de muchos problemas de salud se esconde una acumulación de metales pesados. Algo más común de lo que puede parecer debido a la vida moderna. Lo peor es que esa acumulación se detecta en muy pocas ocasiones, puesto que no aparece reflejada en los análisis habituales de sangre y orina hasta que afecta de lleno a la salud. Por desgracia no se hacen «mineralogramas» para ver los porcentajes de minerales que almacenamos. Y sería fácil resolverlo a través de análisis del cabello, que muestra con precisión no sólo si acumulamos cobre, zinc o hierro, por ejemplo, de manera desordenada, o si en lugar de esos minerales esenciales tenemos depósitos de metales como mercurio, plomo, cadmio o aluminio. Y es que cuando estos metales pesados entran en nuestro organismo, ocupan el sitio que deberían tener los minerales esenciales, con lo que al final se produce una descompensación con frecuencia perniciosa. 

Los metales pesados más comunes y los principales problemas que presentan son: 

Aluminio. En contacto con el oxalato cálcico, constitutivo de gran número de alimentos, crea un veneno muy activo que se acumula en el organismo. Conviene evitar la cocción de alimentos en utensilios de aluminio o envolver directamente los alimentos en cartón alumínico o cocinar con él. Otras fuentes son el sulfato de aluminio sódico o silicato aluminico-sódico y el silicato alumínico cálcico, presentes en los aditivos 554, 556 y el E-173. También el alumnio potásico empleado para subir la masa, los desodorantes con sales de aluminio y algunos antiácidos. Lo mejor es desechar cualquier producto que contenga «alumina», «aluminato» o similares, que se adhieren al ADN, se depositan en los nudos neurofibrilares del cerebro y han sido vinculados a diferentes tipos de demencia y senilidad, amén de la enteritis crónica. El aluminio se absorbe por el intestino y lo expulsa el riñón, pero si este funciona de manera anormal, se deposita en los huesos. La desintoxicación es compleja y se realiza a veces con EDTA (acido etileno diaminotetraacético intravenosos) que provoca la excreción urinaria masiva, o bien con deferoxamina, empleada para la excreción del hierro, pero igualmente eficaz con el aluminio. 

Cadmio. No es necesario en modo alguno para el organismo y no se le reconoce ninguna función biológica a excepción de su acción tóxica. Cualquier dosis, por pequeña que sea, es nociva. Lo peor es que estamos expuestos a su contaminación a través del aire, el agua y los alimentos. También el humo es fuente de cadmio, y acaba produciendo enfisema pulmonar. Conviene sustituir los utensilios de plástico y envases esmaltados por otros de cristal. Concentraciones de cadmio se han encontrado en alimentos por el empleo de fertilizantes fosfatados de uso común, y en animales y mariscos. Los depósitos de cadmio conducen a la hipertensión, esclerosis y descalcificación. 

Mercurio. Es acumulativo y puede dañar el cerebro y el sistema nervioso, los riñones, el hígado y producir parálisis o ceguera. El problema es que ha llegado a penetrar en la cadena alimentaria. La moderna agricultura ha usado pesticidas que contienen mercurio, y también los granos de cereales tratados con fungicidas organomercúricos y algunos pescados, especialmente los más grandes, como consecuencia de los vertidos industriales.  Se trata de un veneno acumulativo, y los daños no aparecen, excepto en los casos de grave envenenamiento agudo, sino muy lentamente. La medicina usó mercurio para combatir la sífilis y en los empastes dentales, algo que afortunadamente ya no se hace. 

Plomo. Puede estar presente en el agua, el aire y algunos alimentos. Fatal incluso en pequeñas cantidades. Gran parte provenía de las gasolinas con plomo, hoy prohibidas, las tuberías de plomo, hoy sustituidas en su mayoría, la cerámica vidriada y otras fuentes industriales. Es acumulativo, y acaba dañando riñones, hígado, corazón y sistema nervioso, provocando parálisis nerviosa, ceguera y enfermedades mentales. Está considerado el peor elemento contaminante después de la radiación. Actualmente muchas personas tienen en su cuerpo cantidades de plomo no compatibles con la salud. Ocasiona destrucción de los glóbulos rojos y conduce a la anemia 

El análisis de cabello es la mejor forma de detectar la acumulación de metales pesados. Una vez conocidos los niveles tóxicos, la medicina tiene fórmulas para reducir esa contaminación. 

Fuente: La Razón

 

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