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01.05.2010
Cocaína, fármacos y cosméticos, los nuevos contaminantes del agua

Todo lo que tiramos llega al agua que bebemos. Desde antibióticos hasta cremas solares. En identificar contaminantes emergentes están inmersos muchos científicos españoles del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Las conclusiones de estos estudios se presentaron coincidiendo con el Día Mundial del Agua. 'Agua limpia para un mundo sano' es el lema que este año puso en marcha la ONU para esta jornada.

La misión de estos científicos es conocer bien los compuestos químicos que contienen las aguas continentales para tratar de evitar o minimizar su presencia.

"Los más destacables en estos últimos tiempos son los fármacos, las drogas y productos de uso cosmético, como los protectores solares o los perfluorados, que están presentes en muchos tejidos. También los retardantes de llama e incluso nanomateriales", explica a RTVE.es Antoni Ginebreda, del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA).

Los fármacos no están aún regulados por la legislación vigente y los posibles efectos sanitarios y ambientales son aún desconocidos. Proceden de nuestros botiquines, de los hospitales y de explotaciones ganaderas y de la acuicultura, entre otros.

De acuerdo con Joan Grimalt, director del IDAEA, "lo más preocupante ahora mismo son los antibióticos procedentes de la ganadería. Pueden favorecer la aparición de bacterias resistentes. Por el momento no han llegado a los humanos, pero pueden llegar", asegura.

"Los purines son un verdadero problema", apunta. En Cataluña hay lugares como Vic o Lleida en los que la situación es grave. "Las aguas freáticas están hechas polvo por la cantidad de nitratos de los purines [excrementos de cerdo] que se han filtrado", explica.

En España se reutiliza el agua de forma muy intensiva. "Desde que llueve y antes de que llegue al mar, usamos el agua dos veces", señala Grimalt. Aunque nuestro sistema de depuración de aguas residuales y de potabilización sea bueno hay que ir mejorándolo y puliéndolo en función de las nuevas necesidades.

Y sobre todo hacer hincapié en la prevención. Se estima que el 20% de la población española tira los fármacos por el retrete. Por otra parte, el uso de antibióticos en ganadería debería minimizarse.

Drogas en los ríos

Cocaína, opiáceos, cannabinoides, anfetaminas, éxtasis... Los ríos españoles están cargados de drogas. Las depuradoras no están diseñadas para retener este tipo de sustancias. Pero, "nadie se `colocará" por beber agua del grifo, está claro", señala Grimalt. Las cantidades en las aguas son del orden de nanogramos. Para notar algún efecto de cocaína, por ejemplo, sería necesario beber 100.000 litros.

La recogida sistemática de muestras a la salida de las depuradoras podría convertirse en un método objetivo para medir el consumo de drogas en una población sin tener que acudir a las comprometidas encuestas.

Un estudio de 2008 midió la presencia de cocaína en las aguas de Barcelona durante dos semanas. Se calculó que los sábados se consumían 40.000 dosis.

También se tomaron muestras de las aguas del municipio castellonense de Benicassim en una ocasión y salió un pico importante de consumo de drogas. Poco más tarde, los investigadores se dieron cuenta de que la explicación más probable era que habían recogido las muestras un par de días después del cierre del popular Festival de Música Independiente.

Por el momento, los contaminantes emergentes no tienen efecto negativo sobre la salud de los consumidores. "El tratamiento de las aguas para su potabilidad es algo que está muy controlado y asegura nuestro bienestar", señala Ginebreda. De hecho, la Comisión Europea actualiza la lista regularmente con nuevos contaminantes que han de ser monitorizados.

Sin embargo, hay estudios, como el europeo Model Key que sí vinculan estos nuevos contaminantes con la disminución de biodiversidad de los ecosistemas acuáticos. "Lo que llega a los ríos y lagos es un cóctel tan complejo de nuevos contaminantes que no sabemos aún exactamente cómo afecta con detalle a los seres vivos", reconoce el experto. "Pero estos productos son ajenos al ecosistema y terminarán de alguna forma pasándonos factura", apostilla Grimalt.

Fuente:  Ecoticias

 

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