08.05.2010
El ejército estadounidense está provocando un desastre medioambiental en Afganistán
por Matthew Nasuti
Los casi 200,000 soldados estadounidenses destacados en Afganistán bajo la administración Obama están generando una contaminación gigantesca en este país a consecuencia de los múltiples desechos y residuos militares que generan y que no son reciclados por el ejército. Todo estos componentes, algunos incluso radiactivos son abandonados en plena naturaleza.
La presencia estadounidense en Afganistán consiste en flotas de aviones, helicópteros, vehículos blindados, armamento, equipamiento, tropas e instalaciones. Desde 2001, todo eso viene generando millones de kilogramos de peligrosos residuos radioactivos tóxicos. Kabul Press plantea una pregunta muy sencilla:
“¿Qué están haciendo los estadounidenses con todos esos residuos?”
La respuesta es escalofriante, ya que parece que prácticamente todo se ha enterrado, quemado o secretamente depositado en el aire, en el suelo, en las aguas subterráneas y en las aguas de superficie de Afganistán. Aunque los estadounidenses pudieran empezar a retirarse el año que viene, las sustancias químicas tóxicas que dejan atrás continuarán contaminando el país durante siglos.
Cualquier residuo radioactivo abandonado puede contaminar el campo afgano a lo largo de miles de años. En tiempos pasados solía describirse a Afganistán como el cementerio de ejércitos enemigos. Hoy en día se podría enunciar algo muy diferente: “Afganistán es el vertedero de los productos tóxicos de los ejércitos enemigos”.
El Air Force Times (EEUU) publicó un editorial el 1 de marzo de 2010 bajo este título: “Stamp Out Burn Pits” [Acabando con las fosas de quemar residuos]. Reproducimos aquí la primera mitad de ese editorial:
“Cada vez hay más profesionales sanitarios que creen que las fosas para quemar residuos están causando una oleada de enfermedades respiratorias y de otro tipo entre las tropas que regresan de Iraq y Afganistán. Situadas en casi todas las bases estadounidenses en zonas de guerra, tales fosas, o basureros tóxicos al aire libre, funcionan las veinticuatro horas del día incinerando basuras de todo tipo, incluyendo botellas de plástico, pinturas, productos derivados del petróleo, armamento sin detonar, materiales de riesgo, incluso miembros amputados y deshechos médicos.
Sus columnas de humo arrojan dioxinas, monóxido de carbón y otras toxinas hacia el cielo, produciendo una niebla tóxica que se mantiene sobre las zonas donde se vive y trabaja. Aunque la hoja informativa de la Fuerza Aérea afirma rotundamente que las fosas donde se queman residuos “pueden causar daños en la salud humana y en el medio ambiente y sólo deberían utilizarse hasta que se establezcan otros mecanismos más adecuados de eliminación”, la línea defendida por el Pentágono es que esas fosas “no tienen efectos conocidos a largo plazo sobre la salud”.
El 12 de abril de 2010, el Richmond Times-Dispatch sacó un artículo de David Zucchino, quien se encontraba investigando las fosas para quemar de residuos en Iraq. En él entrevistaba al sargento de primera clase Francis Jaeger, quien le llevó hasta la fosa de residuos de Balad, manejada por un contratista civil que trabajaba para el Pentágono. Jaeger le dijo a Zucchino:
“Se nos dijo que quemáramos todo: sistemas electrónicos, gasas ensangrentadas, bolsas médicas con residuos patológicos, guantes quirúrgicos, cartones. Todo eso se convierte en humo”.
El Pentágono admite ahora que hay activas 84 fosas “oficiales” para quemar residuos en Iraq y Afganistán. No se conoce la cifra de las no oficiales. El Pentágono afirma que está retirando paulatinamente esas fosas a favor de los incineradores y que actualmente hay 27 de ellos trabajando en Iraq y Afganistán, a los que se añadirán 82 en un futuro próximo.
Según un portal de Internet denominada “Burn Pits Action Center”, a cientos de veteranos estadounidenses que estuvieron en contacto con el humo de las fosas se les ha diagnosticado cáncer, enfermedades neurológicas, cardiovasculares, respiratorias e insomnio, así como diversos sarpullidos en la piel. En 2009, se presentaron más de treinta demandas en tribunales federales por todos los Estados Unidos contra Kellogg, Brown and Root (KBR) y su antigua empresa matriz, Halliburton.
Se citaba a esas compañías debido a su implicación en los contratos de LOGCAP (siglas en inglés de Programa para el Incremento de la Logística Civil) para Iraq y Afganistán. Varias entidades de KBR o controlaron o ayudaron en la gestión de los deshechos del ejército estadounidense en ambos países y al parecer manejaron algunas o todas las fosas para quemar residuos tóxicos. En 2010 se han interpuesto más demandas, incluida una en el Tribunal del Distrito Federal de Nueva Jersey.
Las demandas revelan que el Pentágono ha ignorado las leyes internacionales y estadounidenses relativas a la protección del medio ambiente y que las consecuencias han sido una extendida liberación de contaminantes de riesgo por el aire, suelo, aguas superficiales y aguas subterráneas por todo Afganistán.
Ese es un problema persistente que continúa siendo muy grave en la actualidad. A diferencia de Arabia Saudí, que insistió en que las fuerzas estadounidenses limpiaran todo lo que habían contaminado tras la guerra para desalojar a Iraq de Kuwait en 1991, o el Gobierno de Canadá, que insistió, por otra parte, en una estricta limpieza de las bases estadounidenses en su territorio, el gobierno de Afganistán ha sido incapaz de obligar a los estadounidenses y a sus aliados a reparar todos los daños medioambientales que han causado y que continúan causando. Afganistán no quiere acabar como Vietnam. Aunque las unidades terrestres de combate se retiraron de Vietnam del Sur en 1972, ni Vietnam ni su pueblo se han recuperado de los daños medioambientales y los efectos mutagénicos a largo plazo que las operaciones militares estadounidenses y sus exóticas sustancias químicas causaron.
El presente artículo resume el problema de los residuos tóxicos del ejército estadounidense y examina los tipos de residuos peligros que pueden estar contaminando Afganistán.
La segunda parte abordará las respuestas contradictorias del Pentágono ante este problema y explorará uno de los remedios que el Pentágono está actualmente poniendo en marcha, que es pasar a una fase en la que las incineradoras sustituyan a las fosas para quemar residuos. El artículo examina los errores de esa estrategia y por qué Afganistán debería considerar cuidadosamente si permite el uso continuado de incineradores militares.
En la tercera parte, el autor hará una serie de recomendaciones al gobierno de Afganistán sobre cómo investigar y limpiar la polución del territorio afgano causada por las fosas para quemar residuos tóxicos, los vertederos y otras instalaciones de depósito utilizadas por las fuerzas estadounidenses.
Fuentes o medios a través de los cuales se liberan diversos residuos tóxicos
Se cree que los peligrosos residuos tóxicos del ejército estadounidense han penetrado en el aire, en el suelo y en las aguas subterráneas y de superficie de Afganistán a través de los siguientes métodos (es una lista parcial):
Fosas para quemar residuos.
Incineradoras.
Enterramiento o depósito de deshechos y cenizas.
Vertidos intencionales
Derrames accidentales
Vertidos en superficie
Filtraciones de tanques, colectores y cubetas de almacenamiento
Letrinas.
Categorías de residuos tóxicos del ejército estadounidense
En esta ocasión, los residuos del ejército estadounidense no pueden caracterizarse en su totalidad. No se conoce el volumen y la variedad de residuos tóxicos (i.e., miles de productos químicos diferentes) y es preciso clasificar una serie de productos y materiales que se han llevado a Afganistán y de los cuales puede que no haya ni documentación.
Con independencia de eso, se sabe bastante acerca de las sustancias químicas que el ejército utiliza rutinariamente y de los residuos tóxicos que también rutinariamente genera. La mayor parte de los residuos del ejército estadounidense pueden recogerse en una de las siguientes doce categorías (12):
Las doce del patíbulo:
1. Fugas y derrames de carburantes: Incluyen vertidos de fuel, gasolina y diesel de aviación. Estos vertidos van desde las inmensas pérdidas en las bases aéreas estadounidenses de cientos e incluso miles de litros, a pérdidas menores en las Bases y Puestos de Operaciones de Avanzada cuando los soldados rellenan los generadores de diesel. Los residuos del petróleo tienen la cualidad de filtrarse rápidamente a los acuíferos subterráneos de agua potable y crear columnas de humo que contaminarán permanentemente los pozos locales. No hay forma de limpiar bien una fuente subterránea de agua una vez que se ha contaminado de hidrocarburos.
2. Pinturas, asbestos, disolventes, grasas, soluciones para limpieza (como el percloroetileno) y materiales de construcción que contienen formaldehídos, cobre, arsénico y cianuro de hidrógeno.
3. Fluidos hidráulicos, fluidos para descongelar aviones, anticongelantes y aceites usados. Los aceites usados son carcinógenos, los anticongelantes son venenosos, los líquidos de descongelar contienen residuos peligrosos de etileno y glicol de propileno, junto con aditivos tóxicos como benzotriazole (que es un inhibidor de la corrosión y el fuego). Los fluidos hidráulicos pueden contener TPP (trifenilfosfato).
4. Fugas y derrames de pesticidas venenosos: Afganistán, al parecer, no dispone de la lista de plaguicidas, fungicidas, termiticidas y otros venenos que los estadounidenses llevaron a Afganistán y que se utilizan, se derraman y liberan en el campo para controlar moscas, mosquitos, hormigas, pulgas y se teme que la lista de todas esas neuro-toxinas y la cantidad que de ellas se rocía o se derrama todo Afganistán sea asombrosa.
5. Ácidos y residuos de plomo, níquel, zinc y cadmio de las pilas (que son tóxicos o corrosivos).
6. Deshechos electrónicos (o deshechos E). Incluyen ordenadores, impresoras, faxes, pantallas, televisores, radios, frigoríficos, equipos de comunicaciones, equipos para pruebas. Todos estos deshechos llevan sustancias químicas cancerígenas, como los ignífugos PBDE (éteres difenilo polibrominados), PCDD (dibenzo-p-dioxinas policloradas), bario, cobre, plomo, zinc, óxidos de cadmio, sulfuros de cadmio y antimonio trivalente, que son eco-tóxicos.
7. Bombillas. Esto puede no parecer importante pero muchas de las bombillas militares son fluorescentes y, por tanto, contienen niveles tóxicos de mercurio. En EEUU está prohibido depositar esas bombillas en contenedores normales.
8. Plásticos. El ejército estadounidense utilizas miles de diferentes tipos y formulaciones de plásticos. Aunque la mayoría son inofensivos en su estado actual, como las botellas de agua de plástico y cloruro de polivinilo (PVC), los militares han estado quemando sus residuos plásticos en Afganistán. Cuando los plásticos se queman, muchos liberan una mezcla letal de sustancias químicas que incluyen dioxinas, furanos, benceno, di(2-etilhexil)ftalato (DEHP), ácido clorhídrico, benzo(a)pireno (BaP) y diversos ácidos y gas de cloro (que es una neurotoxina). Respirar unos segundos esa mezcla de forma concentrada sería probablemente fatal.
9. Residuos sanitarios. Los deshechos de enfermedades infecciosas y materiales biológicos peligrosos, incluyendo jeringas, vendas ensangrentadas, sábanas, guantes, medicamentos caducados, miembros amputados y cadáveres de animales.
10. Residuos de munición. El plomo, el latón y otros metales de la munición, junto con todos los componentes de los propulsores, incluyendo trinitrotolueno, ácido pícrico, difenilaminas, nitrocelulosa, nitroglicerina, nitrato de potasio, nitrato de bario, tetraceno, diazodintrophenol, fósforo, peróxidos, tiocarbamato, clorato potásico, fluoruro de vinilo, cloruro de vinilo, fluoruro sódico y sulfato sódico.
11. Residuos radioactivos. Cuando uno piensa en los residuos radioactivos, normalmente piensa sólo en armas atómicas, pero no es así. El ejército estadounidense utiliza rutinariamente toda una variedad de dispositivos y equipamiento que contienen elementos radioactivos o elementos radioluminescentes. El ejército estadounidense se refiere a todos estos materiales como “productos radioactivos”· Los principales materiales radioactivos son: uranio, tritio, radio-226, americio-241, torio, cesio-137 y plutonio-239.
Relación de algunos de los aparatos que contienen elementos radioactivos:
Dispositivos de visión nocturna
Ensamblajes de Vista Frontal M-16
Luces antitanque M72 para armas
Componentes para motores de aeronave T-55
Puestos con objetivos de luz M58 M59
Ensamblajes de Luces Frontales M4
Fuentes de control y elementos de calibradores RADIAC
Brújulas de radium
Cuadrantes L4A1 para dispositivos para el control de incendios
Acimuts para el control de incendios
Indicadores de nivel
Colimadores M-1
Sensores de hocico de referencia M-1
Sensores de la densidad de la humedad del suelo
Marcadores de vehículos y medidores TACOM
Radios, incluidos VRC-46/GRC-106/GRC-19
Monitores de agentes químicos
Instrumentos de prueba
Placas de vehículos con uranio empobrecido
Munición de uranio empobrecido, incluyendo munición de 20 mm
Tubos electrónicos para equipamiento de comunicaciones
Diversos tipos de análisis para hospitales y laboratorios y máquinas para hacer pruebas
Nota: El ejército estadounidense insistirá probablemente en que controla estrictamente el depósito de residuos radioactivos, pero esas afirmaciones carecen de credibilidad. Si bien existe una normativa estricta, el tiempo y el coste de cumplirla en una zona de guerra son tales, que lo más probable es que los comandantes de base la ignoren, optando en su lugar por arrojar los deshechos en fosas de quemar residuos. Las pruebas de que así lo hacen se ofrecerán en la parte tercera de este informe, que cita un estudio financiado por el Pentágono de lo que los comandantes de campo estadounidenses piensan acerca de las normativas medioambientales del Pentágono.
Si el ejército estadounidense sigue insistiendo en que no arroja materiales radioactivos en Afganistán, deberían documentar esas afirmaciones publicando sus archivos. El Pentágono debería publicar todos los datos sobre todos y cada uno de los productos radioactivos llevados a Afganistán. Y todos ellos deberían aparecer en la lista de HMIRS (siglas en inglés de Sistema de Información sobre Materiales de Riesgo). El Pentágono debería después detallar dónde se hallan todos esos productos.
12. Aguas negras y grises. El ejército estadounidense y sus contratistas en Afganistán manejan instalaciones de deshechos humanos. El ejército se refiere a esos deshechos como instalaciones LSS (siglas en inglés de Letrinas, Duchas y Afeitado). En ellas se generan lo que se conoce como aguas negras y grises. Las aguas grises de lavabos y duchas tienen como contaminante fundamental los residuos de jabón (i.e., fosfatos y otros químicos que general lo que se conoce como BOD -demanda de oxígeno biológica-, que significa que pueden absorber todo el oxígeno disponible en arroyos y ríos de forma que los peces no puedan respirar). Algunos jabones estadounidenses contiene aditivos tales como el MIT (metilisotiazolinona), que se investiga como toxina.
Las letrinas generan contaminación de aguas negras. Aunque el ejército estadounidense tiene que adherirse a normas estrictas en cuanto al vertido de esos residuos en EEUU, no se enfrenta a restricción alguna en Afganistán. Se pueden excavar letrinas cerca de aguas subterráneas e incluso cuesta arriba desde aguas superficiales (por eso los vertidos pueden fluir y llegar hasta ellas). No hay mapas de todas las letrinas estadounidenses. Una vez que el hoyo de una letrina está lleno, al parecer se cubre de suciedad y olvido.
Aunque las filtraciones medioambientales de las categorías 1 y 12 anteriores constituyen una certeza, se teme que millones de kilos y millones de litros de los residuos enumerados entre las categorías 2 a 11 se arrojan todos en cientos de fosas de quemado estadounidenses en Afganistán o se arrojan en vertederos secretos. Si eso es verdad, le legado de EEUU a Afganistán no es precisamente la libertad sino la contaminación.
En febrero de 2010, el Departamento de EEUU de Asuntos de los Veteranos empezó un estudio de dieciocho meses de duración sobre las fosas de combustión en Afganistán y sus efectos en la salud humana. Afganistán no puede esperar dieciocho meses para conocer los resultados de este estudio, es urgente actuar ya.
El autor recomienda las siguientes lecturas sobre la cuestión tratada en este artículo:
Houston Chronicle (7 febrero 2010): “GIs tell of horror from burn pits”.
Los Angeles Times (18 febrero 2010): “Veterans speako ut against burn pits”.
The New York Times (25 febrero 2010); “Health Panel Begins Probing Impacts of Burn Pits”.
Salem-News (29 marzo 2010): “Sick Veterans Sue KBR Over Iraq and Afghanistan Burn Pits”
AFP (10 noviembre 2009): “Troops sue KBR over toxic waste in Iraq and Afghanistan”.
U.S. Departmen of the Army Pamphlet 700-48.
Fuente: Voltairenet