15.01.2010
Maria Neira: salud del planeta, salud de los ciudadanos
Ofrecemos parte del texto traducido automáticamente y adaptado por Asquifyde.
En Copenhague, la Organización Mundial de la Salud (OMS) esbozó una propuesta adicional, para pasar a hablar de “verdades incómodas” a “verdades convenientes”. El ex vicepresidente de EE.UU. Al Gore rindió un gran servicio al describir la incómoda verdad que plantean las decisiones a tomar en políticas de energía que podrían suponer una amenaza para el planeta. En los últimos 20 años, la OMS también ha reunido e informado sobre la evidencia de que el cambio climático pone en peligro la salud. De hecho, en 1992 la Convención Marco se basó en este tipo de advertencias, con el objetivo de evitar los “efectos adversos” sobre la salud humana y el bienestar, en el medio ambiente natural, y en las economías.
Pero creemos que ha llegado el momento de enviar mensajes más positivos. La transición que debemos hacer para enfrentar el cambio climático no debe ser vista como un coste económico doloroso, sino como una inversión valiosa a una forma más sostenible, más justa y más saludable para el futuro.
Desde la perspectiva de la salud, observamos una serie de aspectos positivos. El primero es que las políticas para mitigar el cambio climático pueden llevarse a cabo a través de los mecanismos existentes para la protección de la salud y el bienestar. El mes pasado, la Agencia de Protección Ambiental de los EEUU., determinó que el dióxido de carbono y otras emisiones de gases de efecto invernadero ponen en peligro la salud humana, y por lo tanto puede ser regulado de la misma manera que los contaminantes convencionales. El vínculo entre el cambio climático y la salud, y las leyes vigentes de protección de la salud, han pasado a ser la piedra angular que servirá de base para la regulación de los gases de efecto invernadero en todos los países.
La segunda es que, a corto y medio plazo, podemos proteger a las personas del cambio climático, y de esta forma aportar mejoras inmediatas en la salud. (…)
En tercer lugar, y quizás lo más importante, es que muchos de los cambios que tenemos que hacer para abordar el cambio climático podría traer grandes beneficios para la salud pública. Una serie de estudios, con el apoyo de la OMS y publicado en The Lancet a finales de 2009, ha cuantificado algunos de los beneficios directos en salud que podrían provenir de unas fuentes de energía más sostenibles, del transporte y de los sistemas agrícolas. (…)
Por lo tanto, los objetivos a seguir después de Copenhague son los de apoyar las políticas más eficaces. (…)
(…) los valores que deben guiar nuestra respuesta al cambio climático son los mismos que los que guían nuestro trabajo en salud pública; la unidad de acción para obtener una mayor calidad de vida, proteger a los más débiles, y mejorar la equidad. (…)
Fuente: CLIMATE